El jazz huele a Honduras

El jazz me huele a whisky y tabaco, se me antoja azul.

Un buen amigo que la vida me regaló en Honduras acertó al llevarme a un concierto de jazz. La noche fresca y clara presagiaba un gran espectáculo.

Después de sortear las enormes presas del tráfico, vi la gran fila de gente esperando entrar. Pensé: no lo lograremos.

Al fin entramos, gracias a la intervención de Kelin, la relacionista del grupo y amiga de Javier, hoy por hoy una de las personas más lindas que he conocido en este viaje. Ella dispuso dos asientos para nosotros con vista directa al escenario.

Me entregué por completo a las melodías: un gran sonido, dulce, con cuerpo y mucha alma. La noche, según yo, no podía ser mejor. Pero lo fue.

Sorpresa: una Big Band en la segunda parte del concierto terminó de elevar mi espíritu. Jazz fusión con la música tradicional garífuna, etnia que habita la costa norte de Honduras.

Iniciado el concierto, la magia me envolvió. Notas de jazz llenaron el Teatro Nacional de Honduras. Los responsables de tanta emoción eran el grupo local de jazz llamado Hibriduz.

Esta mezcla tan rica se logró gracias a la colaboración de un talentoso compositor japonés radicado en Nueva York, Shota Lee.

Mientras escuchaba el concierto me preguntaba por qué no han ido aún a un Festival de las Artes en Costa Rica.

En mi imaginario quedará la noche del 16 de agosto, un jazz de compromiso.

Les dejo este enlace para que disfruten de este gran grupo. Prometo tenerles más noticias de este proyecto musical. El universo es siempre bueno y me da lo que le pido, así que pido que se presenten en Costa Rica para poder tener la dicha de volver a disfrutarlos en vivo.

Mientras tomo un café en la terraza de mi hotel, repaso este increíble concierto y pienso: hoy, el jazz huele a Honduras.

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