Matinée en la esquina
“Disculpe, mi amor; el bolso le tiene recogido el vestido, por eso están esos hombres ahí” —fue lo que un agradable caballero se acercó a decirme.
Esto de no tener coche para ir al trabajo y pararse en una esquina a esperar a la compañera que te da ride... tiene su encanto.
Yo, que he vuelto a ser yo, con mis colochos revueltos como mis ideas.
Después de dormir una noche con la Santa a mi lado, me volví despacio, acomodé mi vestido y les dije:
—Caballeros, se acabó la matinée. Buenas piernas, ¿verdad?
Nada más divertido que desnudar a la gente de sus dobles Morales —sí, con mayúscula.
Sé que ustedes, amigas brujas, se van a reír mientras me leen.
Y ustedes, amigos que se han aventurado a saberme, alguno pensará:
“Un día de estos un tipo de esos te va a decir algo.”
Yo sigo desafiante.
Frente al patriarcado, al machismo.
Sigo aquí, y me divierto.
Disculpen los errores ortográficos.
Escribir en una esquina, cuidando el vestido, no es tarea fácil.
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