“Premonición” En memoria de mi abuela)
-Algo me estaba incomodando esa mañana, no sabía exactamente qué era. Se me oprimía el corazón —si es que el corazón se puede oprimir—, esa extraña sensación de un vacío en el estómago. Me sentía como un personaje de los cuentos de Ángeles Mastretta, una de sus tías. Sabía que no era un buen día. La lluvia continuaba cayendo y yo, ahí, en la casa, acomodando esto y lo otro, con esa extraña sensación que me ha acompañado desde niña. Recuerdo la tarde en que vi a mi padre por última vez. Le di un beso con tantas ganas, y luego, mientras se iba en el carro, se perdía en la nube de polvo que dejaba tras de sí. Me dio por llorar y mi madre me regañó. Yo quería explicarle que sentía que no lo volvería a ver, pero ella no lo comprendería, así que me refugié, como siempre, en las páginas de un libro. —Estaba sola en casa, mi hija se había ido a Guanacaste. Era una tarde preciosa de marzo, así que fui a casa de una amiga a tomar café. Cuando regresaba, faltando poco para llegar a cas...